Si hay algo bueno que nos ha traído a muchos esta pandemia, es la posibilidad de sacar a flote nuestra capacidad de liderazgo, descubrir fortalezas que antes no conocíamos y debilidades que al detectarlas nos han llevado a una transformación personal profunda.
Así como resulta al comparar la foto de nuestro cuerpo antes de empezar el gym y luego de meses de ejercitación y notar nuestros cambios, sucedería igual si colocáramos una fotografía de quiénes éramos a finales del 2019, cuando comenzó la pandemia y otra al día de hoy.
Comprobaremos como la manera en la que hemos ejercitado nuestra inteligencia emocional, nuestros recursos para mantenernos aun hoy sanos física y mentalmente, nos han convertido en otras personas. Otros no lo han logrado por las condiciones que sean, pero tu y yo aún estamos aquí y eso tiene un sentido.
Al momento de escribir este artículo, la situación es grave. Atravesamos un túnel histórico que nos lleva a habitar la incertidumbre más oscura y desafiante. Vivimos una suerte de tragedia griega cuyo impacto en nuestra vida, en nuestra psique, no alcanzamos a medir. Una crisis cuyas consecuencias más devastadoras quizás se extiendan por generaciones.
Esto es asi para Venezuela y el mundo ¡Carah, cuesta no quebrarse!
¿Cómo podemos hacer para no enfermarnos de depresión? ¿Cómo hacemos para evitar engrosar la lista de gente que no lo logro, que se enfermó, que se suicidó? No quiero hablar de las cifras, son espeluznantes, más si de mi experiencia convencida de que la pandemia ha sido una prueba de fuego que podemos transitar con éxito, haciendo que trabaje a nuestro favor, solo ejerciendo nuestro liderazgo y asumiendo 100% la responsabilidad que nos toca.
RECONOCE, ACEPTA Y GESTIONA TU EMOCIÓN
Si me estás leyendo ahora mismo es porque te resonó el título de este artículo que habla de recursos para atravesar la tormenta emocional que nos agobia. En lo particular una de las estrategias que he aplicado es aprender a gestionar mis emociones, lo que empieza por reconocerlas y expresarlas a otros de manera clara y asertiva. ¿Fácil? Parece, pero no es.
Lo primero de lo que me he convencido es que no hay nada de malo en «quebrarse» emocionalmente. Ayuda aceptar que a ratos me siento «maaaaal hasta la pared de enfrente». Que, en otros momentos, me gana la tristeza. Que aislarme, no es rabia, es miedo. Que el reclamo del vecino, en las redes o de quien sea que te aborda con agresión en el camino, es signo de una gran ansiedad o tal vez impotencia por no sentirnos libres, no tener seguridad ni tranquilidad. Y desde allí podemos asumir acciones positivas como ser compasivos y no engancharnos en situaciones que no suman.
¿Cuántas veces te sientes paralizado, te falta el aire y experimentas todos los síntomas del virus? A mi me pasa cada vez que salgo al mercado, a la farmacia o a alguna reunión de trabajo. Eso es Miedo.
Reconocerlo así como el resto de las emociones como la frustración, la rabia, es parte de empezar a sanarlo. Está bien sentirlo, sin autojuicios y sin darte latigazos por ello.
HABLA DE CÓMO TE SIENTES
Una de las claves para la gestión emocional, probada por mí, validada por muchos autores expertos, como Goleman, Eckhart Tolle, Dyer, Chopra, entre otros que sigo a diario, es compartir lo que nos pasa.
Una vez que se cómo me siento, compartirlo tiene un efecto sanador. Pero no desde la posición de víctima, sino con empatía y resiliencia. No se trata de vaciar la energía negativa en otros, sino nutrir puntos de vista y demostrar nuestra vulnerabilidad. Vencer el temor a ser juzgados, es fundamental.
Me funciona sentarme a la mesa y preguntarle a una de mis hijas ¿Cómo dormiste? ¿Cómo amaneces? ¿Cómo te sientes? Y compartir la frase de “yo también me siento extraña, ansiosa” … Esa comprensión y verbalizacion de los sentimientos genera un alivio inmediato.
ABRAZA LA ESPIRITUALIDAD
Lo próximo es buscar apoyo. La espiritualidad es un recurso de primera mano. El auge de aplicaciones extraordinarias, canales de youtube, audiolibros, podcasts que van de lo religioso hasta las técnicas más avanzadas de la neurociencia para quienes requieran la base científica, están a disposición de todo aquel que, inteligentemente busque ayuda para conectarse con la divinidad o la fuente de energía suprema, como quiera que se le llame, Dios, Yahve, Abba, fuente, entre miles de denominaciones.
Ganar en silencio interno nos da enfoque, potencia nuestra capacidad de tomar decisiones con mayor coherencia mente-cuerpo, y eso tiene un impacto tremendo en nuestros entornos sociales y familiares. Nos faculta para ser mejores seres humanos y desde allí poder ayudar y darle soporte y contención a otros.
APAGA EL AFUERA…
Cambiar la rutina de leer las noticias matutinas por una hora de meditación ha sido una de las mejores cosas que me han ayudado a mantener mi centro. Retomar el ejercicio en el gym (cuando se puede), el autocuidado y el consentimiento personal.
También para protegerme, he disminuido mi tiempo de conexión en redes. En lo personal filtro más lo que consumo en información. He perdido interés por lo superfluo, me interesa cada vez menos la vida de otros, lo que hacen o dejan de hacer. No tengo afán de aceptar invitaciones a otras redes, al contrario, tengo horarios en los que apago el teléfono. He ganado tiempo personal, más concentración y conexión con el aquí y el ahora.
AUMENTA LA CALIDAD DE TUS AFECTOS…
Celebro haber progresado en el propósito de expresar mis afectos con más libertad, con la certeza de que mañana o quizás el próximo minuto, puede tocarme el numerito y ¡suaz, me fui!. No te guardes los «te quiero» ni la palabra de aliento. Haz esa llamada, comparte el café y ayuda a todos cuanto puedas. Vencete a ti mismo, empieza hoy. Prueba a hacerlo diferente.
Cada mañana escribo mensajes afectuosos a la gente que me importa, también recibo montones de estos que me inspiran y me llenan de buena vibra. Esa es mi forma de decir “aquí estoy, pendiente de ti”, y de saber que hay gente que me quiere bien. Eso se me ha vuelto indispensable. Es una manera de ganar paz.
EL REFUGIO CÁLIDO DEL HOGAR
Te cuento que antes de la pandemia, no habitaba mi casa. Pasaba mucho tiempo en la calle, en reuniones, encuentros. Mucha conexión y mucho trabajo dejaban poco tiempo para lo importante. La cocina era también un área cuasi-vetada. Ahora, quizás no sea chef, pero he avanzado y he roto límites, aún no puedo decir que me encanta cocinar, pero lo disfruto. Celebro cada vez que hago una nueva receta y recibir la buena crítica luego. Eso se lo agradeceré a la pandemia.
Generar un ambiente cálido en nuestro hogar es, sin duda, un recurso antiviral efectivo.
Que no falten las flores, el incienso, la música que nos gusta. Que no falte la risa que sana, que abunde el cariño. En mi caso amo las tertulias locas de la sobremesa con mis hijas, es algo supremo y gratificante.
Entrar a la cocina y encontrarme con las mujeres de mi vida, reírnos juntas, desencontrarnos a veces, ejercitar la ternura con nuestra mascota suma y suma a la inmunidad del cuerpo.
Yo tengo un firme propósito que entrego a Dios cada minuto, y es salir fortalecida de esta crisis: retomar los proyectos postergados, leer ese libro que lleva rato sobre mi mesa, poner al día mi salud, retomar algunos estudios, explorar nuevas áreas de conocimiento, ver las «pelis» que siempre quise y dejé de lado por cualquier razón.
Esta pandemia en la que la vida y la muerte danzan en una fiesta mundial que ya lleva un año, es una especie de ruleta rusa, que nos enfrenta con la fragilidad de la vida, que siempre ha existido, claro está, pero que hoy vivimos en realidad aumentada. No tengo dudas de que sólo la superaremos quienes tengamos el valor de ejercer el liderazgo más importante y trascendente que urge: el de nuestra vida. Teniendo un propósito claro, intención y enfoque y sobre todo con la inspiración de la fe.
Hoy te invito a mirarte a ti mismo y descubrir cuánto crecimiento has logrado, cuan fuerte eres luego de este año de incertidumbre y a hacerte cargo de lo único que si puedes controlar: a ti mismo. ¡Seguro te sorprenderás! Si quieres compartirme tu experiencia, recuerda que estoy a un click de distancia.

Comunicador social egresada de la Universidad Católica Andrés Bello-Caracas-Venezuela (1990). Especialista en entrenamiento de voceros, Comunicación No verbal y planificación de procesos de Comunicación Corporativa. Coach de crecimiento del Instituto Lifeforming Leadership Coaching (USA) y Coach de Emprendimiento de Start CoachingLa.
Con una trayectoria de 30 años dedicada al mundo de la comunicación corporativa, ha sido Jefe de Prensa del extinto Congreso de la República de Venezuela (1994), Gerente de Planificación de la Agencia Pizzolante Comunicación Estratégica. Por más de 15 años lideró su propia Agencia, Sinergia Global Mr. CA manejando cuentas corporativas de empresas trasnacionales líderes en tecnología: Motorola, Intel, Panda Software y la multinacional de artículos de escritura Faber-Castell.
Desde 2016 lidera SINERGIAIBERO.NET, una agencia virtual basada en el concepto de networking que presta servicios en la región iberoamericana.
Carmen Yolanda se dedica a acompañar a otros profesionales a desarrollar su potencial de comunicación para construir relaciones de trabajo positivas y desarrollar una atmósfera de equipo de apoyo.
Está certificada por Knesix™ para desempeñarse como especialista en comunicación no verbal e impartir consultoría a nivel local e internacional como Embajador de la Universidad Corporativa de la Fundación Lenguaje Corporal – Knesix Institute.
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