Inteligencia Emocional + Comunicación No Verbal a la luz de la reacción del Papa Francisco

Mi amigo Bladimir Guerrero me escribe para preguntar mi opinión sobre la actuación del Papa Francisco que se hizo viral a través de las redes sociales, donde vemos al líder de la Iglesia Católica reaccionar con violencia gestual a la primera e incluso manotear visiblemente molesto a una feligresa, hecho ocurrido el día previo a la navidad. Me pide que lo analice de acuerdo a los principios de la Comunicación No Verbal.

Más allá del juicio moral y religioso que generó controversias, el tema de la seguridad del Pontífice y la intencionalidad de la mujer asiática que desató el polémico suceso, el hecho da pie para explicar la relación entre la inteligencia emocional y lenguaje gestual (CNV).

Lo primero a recordar es que el cuerpo es un sistema mecánico diseñado para la supervivencia y un sistema biológico regido por el cerebro. Como animales que somos, nuestro sistema límbico (instintivo) reacciona para defenderse cuando percibimos una amenaza. Aun cuando tengamos horas de entrenamiento y relajación interior si nuestra seguridad se ve comprometida, la máquina que es el cuerpo se detona de forma automática, un fenómeno netamente físico, inconsciente, donde participa también lo experiencial. ¿Recuerdas alguna vez en que te hayas sentido amenazado por la acción de un extraño y hayas reaccionado igual que Francisco? Seguro que si, todos alguna vez o muchas, quizás, hemos pasado por esas situaciones que nos sacan de quicio y ciegan nuestra razón.

Pero más allá de lo físico, desde el punto de vista de la inteligencia emocional que describe Daniel Goleman, en su libro del mismo nombre (1996) el gesto del cardenal Francisco Bergoglio adquiere otra dimensión.

Entendida la inteligencia emocional como «el conjunto de disposiciones o habilidades que nos permite, entre otras cosas, tomar las riendas de nuestros impulsos emocionales, comprender los sentimientos más profundos de nuestros semejantes, manejar amablemente nuestras relaciones o dominar esa capacidad que señaló Aristóteles de enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto», observamos al Papa en un estado de secuestro emocional (las emociones toman el control total de nuestro ser y cuerpo), con una reacción donde priva la emoción no reconocida, lo cual para el común de los mortales pudiera pasar desapercibida, pero no para quien se espera sea modelo de compasión, humanidad, paciencia y benevolencia.

El gesto que ocurrió y se magnificó por el poder de las redes, deja en evidencia que por muy «Papa» que seamos la incomodidad del cuerpo va a salir y dejará al descubierto lo que sentimos en un determinado momento. Los gestos involuntarios, los que surgen de la reacción generada en la parte límbica del cerebro y no de la neocorteza que es la zona donde se gesta todo lo racional que podemos ser, revelaron que el líder de la Iglesia Católica, al menos en ese momento, careció de la empatía que demanda su posición, salvando el tema de la seguridad. Los juicios y opiniones más allá de lo fáctico, lo dejo a cada quien.

Lo importante y con lo que me quedo de esta escena es la tremenda responsabilidad que tienen los líderes de hoy de prepararse, no solo intelectualmente, sino emocionalmente para comunicarse de la manera más eficiente y amable posible. La capacidad de actuar con coherencia, con armonía de pensamiento, sentimiento y acción es posible reduciendo los niveles de inconsciencia de cómo funciona nuestro cuerpo y reconocerle como instrumento de comunicación y vehículo de nuestras emociones. También sabiendo reconocer nuestros límites y responsabilidades y aumentando nuestra capacidad de reconocer y hacernos cargo de lo que sentimos.

Desarrollar inteligencia emocional que se traduzca en mayor coherencia «Mente-Cuerpo» aunado a un entrenamiento efectivo en Comunicación No Verbal, generará incontables beneficios a quienes tienen responsabilidades de liderazgo, de allí que sea vital dedicar tiempo al autoconocimiento, al mejoramiento de nuestros diálogos internos y reconocer esos momentos cuando no estamos dispuestos a comunicar e interactuar con terceros para justamente evitar correr riesgos.

Tal como dice Goleman «…quienes gobiernan adecuadamente sus sentimientos, y sepan interpretar y relacionarse efectivamente con los sentimientos de los demás, gozan de una situación ventajosa en todos los dominios de la vida…»

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